Por una madre que no quiere olvidar

El tiempo es algo que no comprendo, que no debería existir, algo que aún así cada uno debería poder controlar, detener o adelantar, el tiempo es un animal extraño, un marciano, es uno de esas cosas que no me gustan a mi.  El tiempo me cae mal por que hace lo que le da la gana. Le quita y le pone a mi vida a su antojo, no al mío, baila conmigo pero no a mi ritmo, como que ni siquiera baila la misma canción (un poco así es cuando papá y mamá bailan juntos, como bailar con el tiempo).  El tiempo a veces me pellizca, quiere que vaya más rápido, a veces me abraza, quiere que caminemos juntos, a veces me besa, seguramente quiere felicitarme, a veces me hala, quiere detenerme, lo que no entiendo es cuando me pellizca, me abraza, me besa y me hala al mismo tiempo, siento que me araña y cuando se comporta así quisiera poder pedirle el favor de que se vaya.

El tiempo, esa cosa extraña, poco a poco, me liberará de la extenuante fatiga de tener niños pequeños. De las noches sin dormir, de los días sin reposo, de las mañanas caóticas. Al mismo tiempo me privará de los pies gorditas que me empujan, de las manos sucias que me abrazan, de los cuellos perfumados como los campos de lavanda. El tiempo callará esos susurros que me llaman, ese llanto que no espera, esas voces que me encantan. El tiempo me quitará de mis brazos el peso, el tiempo enderezará de nuevo mi espalda. El tiempo limpiará mi ropa, mi casa, cambiará mis tenis, y mi alma.

Ese es el tiempo, se comporta tan bipolar que me devolverá la vagancia, me regresará la party de los sábados y la locha de los domingos. Esta vez me quitará colágeno, y el peso de la responsabilidad lo evaporará, el tiempo me hará de nuevo amar la soledad.

Lo que más me enfada con el tiempo, es que enfriará otra vez mi cama, secará otra vez mis lagrimas y destruirá la más bella sonrisa, ya no habrán cuerpos cálidos ni respiros rápidos.  Anulará miradas, cambiará diálogos, suprimirá abrazos, archivará sueños, cancelará viajes y mermará la confianza. El tiempo.

Llegará a separarnos para siempre, dejarán de pedirme ayudar, silenciarán el grito de mi nombre, pararán de imitarme, omitirán mi compañia, callarán mi canto, suprimirán mis emociones.

Con el tiempo, descubrirán que tengo muchos defectos, se darán cuenta que ya no soy capaz de reparar lo irreparable, de sanar lo insanable, de alcanzar lo inalcanzable.  Y así verán que soy humana. Y así este maldito tiempo, traerá el olvido, olvidarán mucho, tanto o todo, yo no lo haré. Arrinconarán las piruetas y las maromas, desconocerán los besos de esquimal, ignoraran los llantos que de repente paran con un abrazo de mamá. Olvidarán los recorridos en bici, las tardes de pipolo, las caminatas bajo la lluvia, los dolores de oido, la recogida de fresas, las tardes de “spielplatz”. Olvidarán las fotos y la costura de mamá. Olvidarán que dormimos por largos meses juntos en la misma casa, en la misma habitación, hasta en la misma cama.  Hijas el tiempo es algo indiferente, por él ustedes olvidarán que las he amamantado,  que las he levantado, que las he dormido en mis brazos, en mi pecho, en mi regazo, olvidarán que las he consolado, que las he retado, olvidarán que las he llevado en brazos y de la mano. Olvidarán que sus sueños se volvieron mis sueños y que mi esfuerzo era su columna vertebral. Olvidarán, porque esto es lo que hacen los hijos, porque esto es lo que pasa por culpa del tiempo. Pero no olviden que yo soy una madre que no quiere olvidar!

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