Una manera para ser más paciente

Recuerdo el día exacto en que me di cuenta de que necesitaba encontrar una manera de ser más paciente. Mi hija mayor tenía casi dos años y estaba pasando por una fase en la que quería que la abrazaran todo el tiempo. Fui a la cocina para tratar de lavar los platos, ya que además debía organizar el balo, poner la lavadora, bañarme, hacer la compra e ir a el curso de idiomas; ella me siguió llorando y luego se aferró a mi pierna gritando porque no la estaba abrazando. Sentí mi ira hirviendo y no pude bajarla. Grité, lo que empeoró las cosas, y terminé hundiéndome en el piso de mi cocina llorando con ella, sintiéndome completamente abrumada por la culpa. Después, me levanté y abrace a mi hija con fuerza, mucha fuerza, como el abrazo del oso, yo era la osa mayor.

¿Cómo podría algo tan pequeño hacerme enloquecer por completo? Fueron solo los platos, ¿realmente valió la pena gritar? Podría haberlo hecho simplemente en otro momento. Mi hija me necesitaba mucho durante ese tiempo en su vida y eso no debería haberme hecho sentirme tan agobiada como me sentí. Hace pocos días paso algo similar, la mayor se arreglaba para salir al ritmo de las tortugas, el pequeño quería brazos y mi hija de dos años decidió ponerse unos zapatos que no servían para la tormenta que estaba cayendo, claro y la cocina por arreglar, el florero ya con el agua podrida, la ropa sucia a tope, pero siempre recuerdo aquel día, y nunca me he dejado de nuevo hundir como en ese momento, y aquel día me enseñó que debo ser paciente, aquel día me susurro al oído que ellos me necesitan, que la casa puede esperar, que mi pelo lo puedo lavar mañana, que igual ya que las flores están marchitas, que solo se necesitábamos calma.

Nunca he sido una persona paciente, nunca, todavía no tengo paciencia para muchas cosas, y ser madre fue un desafío para mí por este motivo, y aún más fuerte e intenso fue ser madre en el extranjero, sola. Hubo un período en mi vida en el que sentí que constantemente tenía que evitar gritar y enojarme porque mi hija era ... bueno, ella era una niña, y ahora tengo tres. Me sentía tensa todo el tiempo, lo que me hacia infeliz y me convertía de repente en la madre que nunca quise ser.

Hoy doy gracias porque esa etapa pasó rápido, doy gracias a aquel día, en el que lloré con mi Lucía de dos años en el piso de la cocina. Porque desde ahí en mi la paciencia se ha vuelto una virtud, o como creen que lo logro 24/7 con tres!. Ahora si que me abunda la paciencia.

Cuando me imaginé a mí misma como una madre, me imaginé a una persona amorosa y afectuosa que manejaba todo con gracia y tranquilidad, así como te lo venden!, todo lo contrario a como serás, e incluso todo lo contrario a lo que fue la vida de tu propia mamá. Yo fui por momentos la madre que no podía manejar la maternidad, fui muchas veces el desastre de la casa y estaba fuera de control muy seguido, no con mi hija, conmigo misma.

Constantemente decía cosas como "mi hija es muy difícil" y "no me deja hacer nada". Culpé a la maternidad por mi enojo constante, a la vida en el extranjero por mi soledad, a mi esposo por su falta de compromiso, culpe a mi hija por no crecer mi profesión, pensando que era exactamente lo que era cuando tienes un hijo. Sin embargo, era solo yo quien necesitaba ajustar, adaptarme. Así es como aprendí a relajarme y convertirme en una madre más paciente:

1. Ajuste de expectativas

Era una creadora de listas. Antes, hacía una lista de todo lo que tenía que hacer ese día y pasaba el día tratando de hacer esas cosas, trataba de cumplir mi calendario, lo lograba muchas veces. Sentí siempre que tenía que hacerlo todo y me sentí también increíblemente abrumada cuando la maternidad me lo impidió.

Necesite ajustar mis expectativas cuando de tareas/mandados se trataba. Cambie la frase: "Tengo que hacer esto hoy", por "Voy a tratar de hacer esto hoy".

Recuerdo frecuentemente que en estos momentos de mi vida, con mi situación en el exterior mi prioridad son mis hijos.

También es bueno recordar que si no te dejan cumplir las pequeñas tareas, ¡está bien! se pueden hacer más tarde, o mañana o tal vez nunca, y no hay graves consecuencias. Cuando esperas más de lo que eres capaz, tiendes a estresarte sin necesidad.

2. Gestión del tiempo

Desarrollar mejores habilidades de gestión del tiempo fue un cambio de juego para mí. Los niños tardan mucho tiempo en prepararse, por lo que si no dejas suficiente tiempo para que todos se preparen, terminarás corriendo y estresando a todos. Es en este momento cuando dentro de ti salen frases de este tipo: “date prisa”, “es tarde”, porque no te has puesto los pantalones”, tenemos que salir ya!”. Hay edades en las que los pequeños quieren hacer todo por sí solos, y hay que dejarlos, hace parte de su desarrollo, lo que significa que necesitaremos que empiecen antes de que tengamos prisa. Siempre tenía prisa porque odio llegar tarde a todo, no está en mi ser impuntual, así que cuando estaba llegando el momento límite para salir yo me estresaba; lo que claramente me hace llegar a la impaciencia cuando vez que tus hijos se mueven muy lentamente. Se logra una gran diferencia cuando permitimos suficiente tiempo para prepararse y realizar actividades para que no siempre nosotros los adultos tengamos prisa.

3. Necesidades humanas básicas

Si buscas ser una persona más paciente y feliz, debes tomarte en serio tu salud. Creo que todos pierden la calma cuando tienen falta de sueño o hambre. Si estamos bien mentalmente, también nos sentimos bien físicamente, pero para mí es más valioso esto: Si estamos bien físicamente, también nos sentimos bien mentalmente. ¡Haz tu mejor esfuerzo para descansar lo suficiente y comer bien!, nosotros como adultos y ellos como niños, o es que no han notado que si sus hijos tiene sueño o hambre se ponen “insoportables”. Personalmente aunque con tres hijos considero que siempre he dormido bien, en mi caso este punto es para ellos, mi segunda hija si no ha desayunado no hace nada!, nada es nada, se levanta literal abriendo la nevera o con un bocado de pan, y cuando la grande está cansada ni responde. Así que tomémonos unos minutos para analizar qué acciones favorecen a nuestros hijos para hacer determinadas cosas.

4. Comprende a tu hijo

Recuerda que son niños, y lo más probable es que tu hijo no intente hacerte explotar a propósito, no en la mayoría de los casos. No tienen idea de cómo expresar sus emociones en ese momento de prisa y están tratando de comunicarse., y nosotros no nos tomamos los segundos que eso implica para agacharnos y mirarlos. Si te detienes y los escuchas, comprenderás mucho mejor lo que sucede dentro de sus pequeñas cabezas, dentro de su corazón. Tu hijo está aprendiendo a tener paciencia y autocontrol, por lo que para que puedan aprender, necesitan verte practicar. Las cosas que los hacen decir “no”, o los motivos por los que lloran, o por el que gritan o por el que se niegan a algo, pueden parecerte muy tontas, pero para ellos son muy importantes, así que antes de reaccionar, tómete un momento para ver la situación desde su perspectiva. Esto te ayudará a reaccionar ante ellos de una manera más constructiva.

5. Cantamos una canción

Como adulto sabes cuando te estas acercando al colapso, puedes identificar los momentos de mucha acción, a mis hijos los calma de inmediato una canción, cuando inicio a cantar y a mover las palmas los tres bajan el ritmo, me miran!!, por tanto me escuchan. Si no te atreves a cantar ten a la mano en tu cel siempre un repertorio de música que ha ellos les gusta; sin vídeo, solo escuchar, en esos momentos necesitas activar la escucha.

6. Mira el panorama general

No se imaginan cuantas veces me sucede que me rio a carcajadas y con pena de las cosas por la que me he enojado el día anterior. Porque en general no tienen sentido. Podemos perdernos tanto en el momento a veces y esto puede hacer que las cosas pequeñas se sientan enormes.

Cuando todo va hacia el norte y sientes que te resbalas, retrocedes un momento para mirar el panorama completo, ver la brújula y respirar. Cuando retrocedes y piensas en el panorama general, a menudo te reirás. Las cosas por las que yo me enojaba o me estresaba eran bastante divertidas si las miro desde afuera, y eran divertidas porque eran sin sentido.

Por tanto no te pierdas tanto en los pequeños detalles de tu día, no te olvides de ver la belleza de la paternidad, disfrútala y ríete de ella, ríete de ti.

7. Encuentra tu lugar feliz

Me propongo hacer cada día algo que nos haga felices a los niños y a mí. Yo soy más feliz cuando estoy afuera explorando con mis hijos, entonces lo hacemos más seguido. Si nuestro día va cuesta abajo, te propongo dejar de hacer lo que están haciendo, y realizar aquella actividad que los hace felices, sea pintar, hacer galletas, bailar juntos o darse un baño. Nosotros empacamos merienda y la cámara fotográfica y para afuera con los niños.

Hacer lo que nos hace felices cambia nuestro estado de ánimo y nos lleva a un lugar donde nos sentimos conectados de nuevo.

8. Tiempo para tu estado mental

También es muy importante practicar el cuidado personal durante todo el día. Por lo general, no tengo mucho tiempo para mí sola, pero cuando los niños están ocupados o durmiendo, hago una meditación rápida para volver a un estado mental más tranquilo. Ahora tengo un aceite de lavanda, y otros de lavanda con vainilla y naranja, con un poco de ellos sobre la frente me relajo al instante, enciendo en cada momento de mucha acción, como por la mañana para salir o la noche para llevarlos a la cama un pedazo de tronco de “palo santo”, enseguida siento calma en mi hogar.

9. Estar presente

Haz una cosa a la vez. Como me cuesta!, soy multitarea, y esto que anteriormente nos decían que era una virtud, yo lo catalogo en mi ahora como un error, una desventaja, una debilidad. Si te servirá para hacer cosas y hacer cosas, pero no es tan bueno para nuestra paciencia, no podemos ofrecer con esto tiempo de calidad para nuestro pequeños y amados seres. He tenido que aprender a abordar solo una cosa a la vez, porque si tomo demasiado de una vez, tengo la tendencia a dispersar a mis hijos y comienzan a comportarse mal o siente que el tiempo que les he dedicado a ellos no ha sido de verdad y piden su momento todo el día!!.

Me sorprendió descubrir una vez que aprendí a reducir la velocidad y estar allí en el momento, y todavía tenía tiempo suficiente para obtener lo que necesitaba hacer. Y lo descubro cada vez que me centro solo por y para una cosa o ir y para una persona. Como me cuesta esto con tres hijos pero es necesario.

En lugar de intentar frenéticamente hacer un montón de cosas a la vez, intenta trabajar lentamente en tu lista de tareas pendientes teniendo en cuenta que es posible que no puedas chulearla toda en ese momento. Recuerda que si tu hijo necesita toda tu atención, ¡está bien!.

También ten presente que este capítulo de tu vida pronto estará en el pasado y extrañarás los días en que tus hijos eran pequeños, salvajes, irracionales, gritones, sordos y llenos de ternura.

- Extrañarás los días en que la maternidad te aturdía -

La paciencia es algo que tengo que seguir practicando cada día. Estoy lejos de ser perfecta en ello, muy lejos para muchos, pero para mi he ya dado un gran paso; todavía tengo mis momentos, claro, pero en general somos más felices y la vida como madre no se siente "pesada" como el primer año. Ahora puedo ser la madre que mis hijos necesitan que sea, la madre que quiero ser. Siempre recuerda ser sutil y comprensivo contigo. Todos en este camino estamos seguramente haciendo nuestro mejor esfuerzo y somos humanos después de todo.

Hay muchos maneras para lograr ser más paciente, concentrate un rato y encuentra la tuya.
Con cariño,
Laura

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