Recientemente vi a una mujer por la calle de mi casa, regresando del supermercado seguramente. Una mamá, ella en su totalidad, empujando un coche con la silla de bebé. El bolso y una bolsa de compras estaban sobre la silla.Y frente a ella, colgando sobre ella, el bebé, con llanto, de esos que no sabes como consolar, su celular sonaba, su otra bolsa de compra se resbalaba del hombro y ella no podía hacer más maniobras, su otra hija aproximadamente de 2.5 años, sobre su triciclo no para de gritar mamamaaaaa. No falta la mirada intensa de quien no le gusta la escena. Y honestamente: lágrimas se han derramado por sus ojos, y por los míos todavía lo están haciendo. Porque ninguna imagen puede ilustrar mejor lo que los padres estamos dispuestos a hacer por nuestros hijos. Estamos listos para cualquier cosa. Estamos creciendo más allá de nuestras fronteras. Estamos luchando contra viento y marea.
Todavía puedo recordar exactamente la misma situación. Mi bebé en el coche y apoyada sobre la cadera en total llanto Lucía. Todavía dos kilómetros faltaban por llegar a casa. Dos kilómetros puede ser muchísimo cuando tus brazos están cansados y tu mente no funciona más. Pero nosotras, madres, no nos preguntamos si eso funciona. Nosotros las madres, lo hacemos. Y basta. Estamos creciendo más allá de nosotros mismas. Y creo, porque como mamá, sola en un país extranjero sin ayudas, entiendo esto mejor, puedo recrear mejor una carta. Una carata para todas las increíbles mamás que hay alla afuera, que han derramado lagrimas y que a veces la frustración las hace decir no puedo más.
Querida mamá,
Durante muchas semanas, llevaste la felicidad al corazón de otro ser. Mantuviste la fe y los miedos los desvaneciste con el tiempo. Esperaste pacientemente que todo andará bien. Ahora que el bebe esta aquí, que los hermanos están presentes, es entonces cuando:
Has cambiado innumerables pañales.
Has controlado en una hora 10 veces la fiebre.
Has consolado un llanto de exilio.
Has curado animales.
Has cocinado innumerables porciones de pasta con salsa de tomate. Un hit!
Has limpiado narices todo un día sin parar.
Has sido médico de peluches.
Has admirado innumerables obras de arte para niños.
Has salvado tantas paredes de lápices de colores.
Has limpiado un sin fín los restos del suelo.
Has secado el agua salpicada del suelo del baño cientos de veces.
Has leído innumerables libros, el mismo libro.
Has cargado a tu hijo hasta el día que camino, y después también.
Has levantado a tu hijo cuando no podía pararse más después de una caída.
Has soportado innumerables berrinches.
Te has sentado muchas noches hasta quedarte dormido junto a su cuna o en el piso al lado de la cama.
Has armado una cantidad de torres de lego.
Has cortado cientos de platos de fruta.
Has pasado muchas noches solo en 20cm de colchón.
Has estregado solo algunas manchas de chocolate sobre el sofá.
Has estado en vela con tu niño enfermo.
Has sonreído cuando ellos sonríen.
Has hecho dos lavadoras diarias y usado limpido para lo imposible.
Has jugado al perro, al gato y al garabato.
Has trapeado innumerables vasos volcados.
Yo he admirado lombrices, mariquitas y hormiguitas.
Has empujado el columpio todo una tarde.
Has tomado el 90% de un día la mano de otro ser.
Has acariciado cabezas y chichones.
Querida Mamá, creo que lo estas haciendo muy bien.
Esta lista que probablemente podría continuar hasta el infinito y el infinito y el más allá, que es todo lo que estamos dispuestas a hacer por nuestros hijos. Infinito es el amor por ellos. El amor lo soporta todo, lo cree todo, lo espera todo, tiene paciencia por todo.
Incluso si nuestros hijos aún no comprenden lo que estamos haciendo hoy. No pueden decir gracias.
Hoy te lo digo yo.
Querida mamá, MUCHAS GRACIAS.
Gracias de una madre a otra madre
¡Creo que lo estás haciendo genial!