Mamá por segunda vez

Entre el puñado de post que tengo atrasados, porque una cosa tapo a la otra y con otra me olvide de otra, logre después de más de un mes publicar los últimos escritos durante el embarazo.

Para mí, ser madre de nuestra pequeña Lucía implica principalmente tratar de entender a otro ser humano, que es (fue) en primer lugar tan inocente e inexperto, que no entiende sus propias necesidades o deseos. Así que desde el principio mi objetivo fue mostrarle el mundo a su alrededor y ese mundo que también existe dentro de ella, sin ser demasiado sobreprotectora o dominante. Para eso, he necesitado escuchar, observar e interpretar lo que mi hija está tratando de decirme, lo que quiere, incluso antes de que ella lo sepa.

Para mí, este es un largo camino, porque aunque Lucía  tenga ya 4 años y sea cada día más independiente, seguimos en este andar y entre cada paso hay unos más firmes que otros, no más importantes pero si más marcados y más constantes: pasar tanto tiempo como sea posible juntos, tener contacto piel con piel en sus primeros meses, colecho, amamantar y estar dispuestos a escucharla. Me doy cuenta de que ahora, 4 años después de su nacimiento, tenemos un vínculo increíble basado en la confianza mutua e incluso fuera de entender si es en alemán, español o italiano existe nuestro propio “lenguaje” de gestos, expresiones faciales y medias palabras.

Ayer tendidos sobre la cama, le dije a Pier: <eh, falta poco>, <poco para que?>, <mmm, ya casi seremos cuatro>, me sorprende como a él no se le crean expectativas, como no imagina en su semana como serán las semanas a partir de abril. A mi ha iniciado a pasarme de todo por la cabeza, tengo ideas, planes y hasta nuevos retos, pero lo que más deseo es que este bebe y yo, podemos crear esa gran conexión y nuestro propio lenguaje como se ha creado con su hermana, las circunstancias son otras, nuestra vida familiar es otra, el país es otro, y pero yo tengo aún más disposición y experiencia que la que tenia hace unos años. Y tengo a un mas presente que el nacimiento de un hijo provoca profundas mudanzas en la rutina diaria, que nos exigirá una serie de adaptaciones y que es importante reflexionar sobre el papel que juega cada uno en la creación de esta nueva relación.

No veo la hora de empezar este nuevo camino!

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