Cartagena de Indias. Colombia. Arcoiris permanente.

Nada nos había preparado para este verano de más de 30 grados. Pasamos del invierno Berlínes entre 5 y -10 grados a el calor del trópico y buuu que lo estamos sintiendo. Que calor seco y ardiente. Vamos como lagartijas pegadas a la pared, menos mal aquí en Cartagena son multicolor. Por la ventana de nuestra habitación reina la penumbra. Al menos ahí evitamos cualquier rayo de luz. Estamos en Cartagena. Un vuelo más de la isla al continente. A orillas del Caribe, donde se encuentra una de las perlas de latinoamericana, Cartagena de Indias, ciudad que por cierto cuenta con uno de los patrimonios más ricos del continente. Orgullo. Después de mercar pasta, tomates y pañales. Porque que más yo rodeada de italianos y bebes! Almuerzo, descanso. Cuatro de la tarde e iniciamos a caminar la ciudad amurallada, la muralla arrancamos la parte superior de la muralla donde esta el monumento a la India Catalina, que mujer, que fuerza que coraje. Bueno esa fue nuestra primer experiencia con Cartagena. Atardecer sobre la muralla. Un atardecer lleno de historia.

De viaje con niños simplemente hay que adaptarse a sus necesidades, cambiar el ritmo y planificar un poco más los viajes.  Pero con la idea que soy firme defensora del ser antes de que el tener y de que en esta vida hay que luchar tus sueños antes que soñar tu vida, ahí me encuentro cargando con este par. Y ya . Flechazo, y nos enamoramos de Cartagena. Cartagena de Colores. Cartagena señorial. Cartagena popular. Cartagena sabrosa. Cartagena histórica (casi cinco siglos de historia). Cartagena glamurosa. Sin duda los mejores recuerdos de aquella ciudad amurallada y su vecino barrio Getsemaní, uno de los barrios más tradicionales de la ciudad, que poco a poco va sumando más y más visitantes. Ya he dicho que me enamoré. Por algo será la ciudad más turística de Colombia, con fuerza hace honor a su fama. Es preciosa, colorida y cálida. Cálida en temperatura y en ambiente; cálida de corazón, como su gente.

Una ventaja de visitar con niños esta ciudad es que la mayoría de los puntos de interés son accesibles tras un paseo sin necesidad de grandes desplazamientos. A parte de todas las calles del centro histórico, por que estoy segura que no nos falto ninguna esquina, la bailada al ritmo colombiano en la Plaza Bolivar, la visita al Castillo San Felipe de Barajas: el más grande complejo defensivo levantado por los españoles en el Nuevo Mundo, entrar a las bóvedas y disfrutar del color de las artesanías, la plaza de los coches, la plaza de armas, la plaza Santo Domingo y contando. La torre del reloj y la prendida dela veleta en la Catedral. De verdad que no hay como aburrirse. Sin contar con la presencia de Spiderman que en 3 días no lo topamos 2 veces!!

Cartagena arde, el sol pega fuerte, y mientras a plenas doce del día se podría estudiar a fuera la teoría del color, con la amplia paleta de colores que nos brindan las casas de Cartagena. Nosotros preferimos refugiarnos entre las 12 y las 3 de la tarde. Porque a las 4, es entonces cuando la ciudad, minutos atrás tímida y misteriosa, hechando burbujas por el sol,  explota en el vibrante ajetreo de esas plazas, en esos balcones llenos de flores cayendo en cascada hacia las calles, en las melodías regaladas por artistas callejeros, al ritmo de los tambores que son toda una invitación a bailar.  Finalizando los días con los mejores atardeceres desde la ciudad histórica de Cartagena. Aquí con arepa de huevo, ceviche, la ciruela, el pescado frito y la cerveza. Lo mejor de vivir tres días dentro de las murallas fue sin duda descubrir que ella seguía siendo una desconocida para mi.

Cartagena también tiene playa, están las playas de Bocagrande, de Marbella, de la Boquilla, del Laguito, a las cuales no fuimos. Nos escapamos solo un día a las playas de Barú. Nos fuimos por tierra, pasamos la tarde compartiendo silla con una pareja de argentinos, tomando mate y comiendo pescado frito. Lucía por primera vez se subió a la “banana”, y Aurora se gozo el mar. Que sonrisas, que felices se veían compartiendo juntas el mar, la arena, el agua, eso que es de todos, lo hicieron tan suyo.

En Cartagena uno debe enamorarse de la vistas de sus rascacielos y de la vida de la calle. Solo así se inicia a sentire necesidad. Solo así uno se vuelve dependiente. Día siguiente nos subimos a una buseta, servicio puerta a puerta, dejando atrás Cartagena. Dirección Santa Marta. Primera fila, tres puestos para esta familia de tres y medio. Saliendo de Cartagena me sentía rostizada. No se que estaba más seco si mi piel, lastimada por el sol. O estos campos entre Cartagena y Barranquilla. Se siente la entrada a pleno desierto aunque no lo sea. De los árboles solo se veían colgar totumos, las entradas de agua, ahí parecen oasis en medio de terrenos de piedra y tierra árida. Cada kilómetro divisamos una humilde casa, mientras a lo lejos se divisan edificios de lujo. Muy feliz de continuar la aventura!

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